El pez por la boca muere...

"No los sigas ni los bloquees, pero te avisamos x las dudas. De todos modos, la historia de Sandra la conocen todos los de Intrusos" Miguelcontte

lunes, 3 de octubre de 2011

Lola Mora




Alguna vez “Lola” –nacida Dolores- Mora resumió su existencia en una frase escueta: “En mi vida cometí 3 errores: nacer mujer, hacerme escultora y ser demasiado avanzada para mi época”. Fue durante el año en que se estrenó el siglo, 1900, cuando la escultora dio el paso que haría de la suya, una vida de controversias al ofrecer a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires una obra artística de su autoría para engalanar las calles porteñas. La escultura fue aceptada y se previó su instalación en Plaza de Mayo; sin embargo, nunca pisaría esa porción de tierra patria.

Cada centímetro de la obra en cuestión destella notorias influencias de la educación europea de su autora: cada una de sus líneas recuerdan las de la Fuente Mayor (Peruggia), la Fuente de Mercurio (Foggia), la Fuente de la Plaza Víctor Manuel (Faenza), la Fuente Gaia (Siena), la fuente de la Inmacolatella (Nápoles) y a la escultura italiana en general. La maqueta original de la fuente mostraba como la obra terminada tomaría como motivo central a Nereo, el mitológico dios del mar y a sus hijas.

Pero justo antes de empezar a trabajar, las autoridades locales no consideraron que una efigie del dios del mar fuera una ornamentación representativa de la ciudad de Buenos Aires, por lo que la tucumana decidió reemplazar a Nereo por Venus. Esta última, aunque mucho más popular que la de Nereo, tenía una connotación revolucionaria para su época: era una reivindicación de la figura de la mujer.

La nueva maqueta –representando el nacimiento de Venus- consistía en una gigantesca valva de molusco sobre la que se emplazaban tres tritones (algunos tan sólo los verían como “desnudos ecuestres masculinos”), una plataforma con dos sirenas (“desnudos femeninos”) que sostenían una valva menor donde se instalaba la alegoría de Venus. Si bien tanto los tritones como las nereidas eran, según la representación clásica, humanos de la cintura hacia arriba y peces de la cintura hacia abajo, Lola Mora los esculpió con toques innovadores. Sus figuras eran humanas hasta apenas debajo del muslo y las colas eran de pez; una licencia que acarrearía graves problemas a la artista y su obra.

El escándalo estalló en sectores moralistas, ante la presunción de una estatua de desnudos casi totales en plena Plaza de Mayo. Uno de los mayores castigos fue la decisión de la Comuna de anular los honorarios de Mora, quien solo recibió dinero por el costo de los materiales. En 1902, un despacho de la Comisión de Obras Públicas condenaba a la Venus de Mora a un rincón olvidado de la ciudad: el Parque Colón.

Mientras por un lado recibía los achaques de moralistas argentinos, por otro, el Salón de Roma la premiaba, y la Municipalidad de la Ciudad de Filadelfia le ofrecía una elevadísima suma de dinero por una reproducción de la estatua para la ciudad.
En medio de la controversia, la fuente se inauguró el 21 de mayo de 1903, entre aplausos de admiradores y protestas de detractores. A la inauguración no concurrió ni el Presidente ni el Intendente. Apenas el ministro del Interior se hizo presente, sin dejar constancia de que considerara a las Nereidas realmente una obra de arte.

La Fuente de Lola Mora, -nombre con el que la rebautizó la voz popular- tuvo dificultades para encontrar su lugar físico en la ciudad: sin haber llegado nunca a la Plaza de Mayo, se vio desplazada a la esquina de Pte. Perón y Leandro N. Alem. Hasta que en 1918 –y por sugerencia del famoso urbanista francés Forestier-, fue trasladada al entonces lejano Balneario Sur, poniendo fin a la disputa entre quienes preferían tener una bella obra de arte en pleno centro, y quienes pretendían desplazar lo supuestamente inmoral al lado más oculto de la ciudad.

Azul Costa Álvarez

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánto talento!!!

Anónimo dijo...

Todo un referente. Debería haber nacido en esta época

Anónimo dijo...

La obra escultórica se realiza en materia sólida y, por tanto, está sujeta a las leyes de la estática que rigen a los cuerpos. Al principio del arte, el escultor dominó la masa bruta. La escultura móvil tiene un elemento vital que es el tiempo.

Justice ou Justitia dijo...

Muchas gracias por los comentarios!